Océano Pacífico: se considera el mayor de los océanos con una superficie de 165 250 000 km², es decir, un 43,5 % de la superficie oceánica total. Se extiende desde América hasta Asia y delimita al norte con el océano Ártico y al sur con el Antártico.
Océano Atlántico: tiene una superficie de 106 400 000 km², es decir, un 28 % del total de la superficie oceánica. Delimita al este con los continentes europeo y africano, al oeste con América, al norte con el océano Ártico y al sur con el Antártico.
Océano Índico: ocupa 73 556 000 km², es decir, un 19,4 % del total de los océanos. Limita al oeste con las costas africanas, al norte con las costas asiáticas, al sur con el océano antártico y al este con las costas de Asia suroriental y Australia.
Océano Ártico: ocupa 14 090 000 km², es decir, un 3,7 % de la superficie oceánica. Delimitado por el círculo polar ártico, está rodeado por el norte de los continentes europeos, asiático y americano.
Océano Antártico: tiene una superficie de 20 327 000 km², es decir, un 5,4 % del total la superficie oceánica. Se considera la extensión de los océanos Pacífico, Atlántico e Índico.
Distinguimos dos grandes tipos de corrientes: Las corrientes superficiales y las corrientes profundas.
Las corrientes superficiales son esenciales para el mantenimiento del equilibrio ecológico, ya que constituye la capacidad del océano de absorber más carbono del que expulsa. Hoy en día, el aumento de las emisiones de CO2 (dióxido de carbono) provocadas por las actividades humanas ponen en peligro este equilibrio, ya que afecta al movimiento de las aguas superficiales provocado por la circulación atmosférica (vientos) en la superficie oceánica. Estas corrientes se desarrollan hasta 800m de profundidad.
Las corrientes profundas no están influidas por el viento como sucede con las corrientes superficiales. También conocidas como corrientes de densidad, son las diferencias de salinidad y temperatura las que influyen en estas corrientes profundas. Se encuentran a más de 800m de profundidad, no son las que impulsan la circulación oceánica como pasa con las corrientes de superficie.
La corriente del Golfo (Gulf Stream en inglés) es una corriente de superficie del Atlántico Norte que aporta parte del calor acumulado en el ecuador desde las aguas del Caribe hasta Europa. Se forma en el golfo de Méjico. Canadá no se beneficia de estas corrientes cálidas del Golfo, de ahí las diferencias de clima y temperaturas entre Europa y Norteamérica.
El Niño es un fenómeno climático en forma de gran corriente marina cálida. Está relacionado con una inestabilidad en la presión atmosférica. El tamaño de esta corriente es equivalente al de Estados Unidos y se manifiesta cada varios años de manera cíclica, caracterizada por un aumento anormal de la temperatura del océano. Ocurre una o dos veces por decenio en las costas de Perú.